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La percepción del tiempo es relativa.
Seguro que muchos habéis experimentado la sensación de que los años pasan cada vez más rápido.
Nuestra percepción del tiempo va a depender de numerosos factores: del lugar en el que se focalice nuestra atención, de las emociones que experimentemos, de lo novedosas o rutinarias que resulten las actividades que estemos llevando a cabo…
Así por ejemplo, ante situaciones que generan emociones intensas, como ocurre con algunos deportes de riesgo, nuestra percepción del tiempo se distorsiona considerablemente, teniendo la sensación de que en tal actividad invertimos el doble o incluso el triple de tiempo del real.
Aceptar el paso de los años.
A medida que vamos avanzando en la etapa adulta, tendemos a ir adoptando un patrón de conductas cada vez más rígido, llegando a automatizar la mayoría de ellas, rutina. Esta es una de las causas de esa sensación de que “el tiempo pasa volando”.
Es importante ser consciente de que, a pesar de esa rutina (resultado de las responsabilidades), tanto la adultez como la vejez son etapas abiertas al cambio, en las que uno puede continuar experimentando emociones intensas, descubriendo nuevas habilidades, creciendo a nivel personal o profesional…
Incorpora objetivos y retos novedosos.
Para mantener la vitalidad y la ilusión necesitamos objetivos. Alicientes que nos impulsen por movernos en una dirección concreta. Perder el foco de lo que me gustaría mejorar, vivir o experimentar puede contribuir a movernos de forma errática aumentando la percepción de que el tiempo se nos escapa.
¡Nunca es tarde para añadir novedad a nuestra vida!
En este podcast nuestra compañera Ana Pérez habla de todo esto en profundidad, dando a su vez algunas pautas para lograr que, de nuevo, el paso del tiempo sea algo que celebrar. ¡Esperamos que te guste!