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7 pasos para controlar tus impulsos.

¿Te consideras una persona impulsiva, que reacciona antes de tiempo y luego generalmente te arrepientes y sientes que tienes que arreglarlo? Entonces, sigue leyendo.

Cuando hablamos de autocontrol emocional nos referimos al aprendizaje del manejo de las emociones, más que al control o represión de las mismas como a priori puede dar a entender el término.

“Reprimir las emociones no es bueno, aprender a manejarlas y expresarlas sí.”

Y me refiero tanto a las emociones negativas como a las positivas. No todos los contextos son idóneos para la expresión de todas las emociones y en todas sus intensidades. Por ejemplo, no es aconsejable que expresemos la ira generada en el trabajo hacia nuestros hijos, ni la tristeza extrema ante un conocido qué nos saluda en la calle por compromiso. Pero sin embargo, sí es bueno que expresemos esta ira en nuestra habitación mediante un grito ahogado en la almohada o que lloremos desconsoladamente en los brazos de nuestra pareja o seres queridos. Con las emociones positivas pasa exactamente lo mismo, por ejemplo, quizá no sea la mejor opción manifestar nuestra alegría bailando y cantando en la oficina justo el día en el que viene nuestro jefe a vernos.  

Manejar erróneamente las emociones es algo así como ducharse con la ropa puesta y salir desnudo a la calle. Reflexiona sobre esto 😉

7 pasos para aprender a manejar tus emociones en los contextos adecuados:
  1. En primer lugar, comprométete contigo mismo hacia el cambio, ningún intento de cambio va a prosperar si no ponemos el suficiente empeño en ello. ¡Tómate tu tiempo de reflexión antes de empezar!

  2. Obsérvate durante unos días o semanas para saber exactamente qué situaciones te generan emociones negativas y cómo reaccionas ante éstas. Apuntarlo en una libreta te ayudará a tener una visión más realista, evitará olvidos.

  3. Identifica cuáles son tus “indicadores” de estrés. Por ejemplo, cuando estamos enfadándonos empezamos a sentir calor en el pecho, la cara y las manos. Aprender a detectar cuál es la sensación física que desencadena el impulso nos va a ayudar mucho a detenerlo antes de que prospere.

  4. Entrénate en ejercicios incompatibles con esa reacción. Realiza en casa dos o más veces al día durante un par de semanas ejercicios de relajación muscular o respiración profunda, ambas son incompatibles fisiológicamente con la tensión muscular que genera el enfado (en breve prometo actualizar el blog con todas las pautas para hacerlo en casa, mientras tanto, no hay dificultad para encontrar en internet un dossier con los pasos a seguir).

  5. Utiliza estos ejercicios de forma discreta cuando empieces a detectar un aumento  tus “indicadores”. Como tu cerebro ya habrá automatizado estos ejercicios gracias al entrenamiento previo no te será complicado ponerlos en marcha cuando tú quieras. Es como aprender a montar en bici o a conducir un coche, al principio parece imposible, y luego, ¡lo que parece imposible es que hayamos aprendido a manejarlo tan bien!

  6. Busca tiempo para hacer actividades físicas placenteras. La actividad física libera increíbles cantidades de tensión física y psicológica. Además, segrega endorfinas que nos hacen sentir realmente bien. ¡Como por arte de magia cambiaremos nuestro humor y hasta la forma de ver la vida!  Y no para todas ellas tenemos que invertir dinero, jugar al escondite con nuestros hijos, bailar mientras tendemos la colada o mantener relaciones sexuales son excelentes ejemplos de actividades gratuitas y altamente efectivas.

  7. ¡Exprésate! No retengas tus preocupaciones y te encariñes con el nudo de tu estómago. Llora, habla, pide un abrazo, un consejo, y hazlo con quién te sientas cómodo/a. No des lugar a esperar que la bola sea tan grande que la mínima ocasión sea propicia para explotar y que se monte la de “San Quintín”. Recuerda que la gente que te quiere, también quiere ayudarte.

Con estos sencillos pasos puedes mejorar sustancialmente tu calidad de vida. Así que, ¡ ánimo!

 
 
 
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