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Poner límites: Decir No es el mayor acto de amor.

Límites, Muñecas rusas azules, sobre fondo azul en distintos lugares.

“Tienes que poner límites” es unos de los mandatos más trillados que nos encontramos en la actualidad. Te lo dice tu amiga, tu prima y hasta tu psicóloga.

Pero realmente, ¿qué es poner límites?, y sobre todo, ¿por qué es tan importante?

Los límites son conductas y/o palabras que ponemos el servicio de nuestra propia integridad física y emocional.

Cuando notamos que algo no nos gusta o nos está haciendo daño sentimos la necesidad de protegernos. Esto es muy funcional, se trata de nuestro instinto de supervivencia. 

¿ A que no se te ocurriría ir a darle un abrazo a un león? 

Cuando ponemos ejemplos sobre la necesidad de protegernos de la muerte, los límites resultan muy obvios. No se me ocurre cruzar en rojo por una calle muy transitada ni acercarme a alguien que tiene un arma en la mano.

Pero, ¿qué ocurre cuando se trata de proteger nuestro bienestar emocional?

Este ya es otro tema. Aquí hacemos aguas.

De niños (y no tan niños) nos han contado, o peor aún, han dado por hecho que:

En definitiva, hemos ido aprendiendo a poner las necesidades de los demás por delante de las nuestras por miedo al rechazo, al abandono. Éste es un miedo universal, las personas necesitamos sentirnos aceptadas y queridas en mayor o menor medida. Cuando aprendemos que si nos priorizamos nos percibirán como egoístas, nos da el tembleque, ponemos nuestra mejor sonrisa y decimos un sí entre dientes.

¿Y qué ocurre si digo que sí cuando en realidad quiero decir que no?

Pues no pasa nada, la verdad. 

A menos que ésta sea la forma habitual de relacionarme, claro. Porque, ¿cómo puede avanzar un tren si la locomotora es el último vagón?

Si en muy pocas ocasiones soy capaz de decir que no, entonces sí habrá consecuencias negativas. Para ti, por supuesto, pero también para las personas que te quieren.

Consecuencias negativas de no poner límites para ti:
Consecuencias negativas de no poner límites para tus seres queridos:

Por estos motivos, es natural y sano decir que NO.

Cuando ponemos límites aprendemos y enseñamos a respetar la individualidad. A percibir la ayuda como tal y no como una obligación. Mostramos el valor del autocuidado, y descubrimos que nuestro bienestar no es dependiente de los demás.

Y este es un gran mensaje tanto a nivel individual como social.

Si decimos NO, no nos dejan de querer, nos respetan.

Si me respetan, me están queriendo.

Si me respeto, me estoy queriendo.

Por tanto, Límites = Amor 

 

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Este artículo ha sido redactado por Nuria Alcaraz, psicóloga y directora del centro.

 

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