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Cincuenta (+50) sombras de Grey.

50 sombras de grey

Este fin de semana decidí ver la película “Cincuenta sombras de Grey“.

No he leído ninguno de los libros de la trilogía y tampoco pensaba ver la película, pero tenía curiosidad a raíz del revuelo que se ha formado con su estreno y las diversas críticas que he leído.

Sentí la necesidad de formar mi propia opinión al respecto, así que arrastré a mi pareja (precisamente porque tengo siempre muy en cuenta su perspectiva, y en este caso él también necesitaba liberarse de prejuicios)  y con la discreción propia de un par de felinos acechando  a su presa, nos acomodamos en las butacas. Intenté prepararme para dejarme llevar por tan sonado (y erótico) argumento. Sin embargo, hice lo que pude… ya había leído demasiado.

Al comenzar la película ya se pueden identificar los primeros arquetipos: chica infantil y virginal / chico multimillonario e intimidante.  Ella no puede levantar la mirada del suelo. Se siente tan insegura… pobre. El primer contacto que tiene con Grey es mediante un desafortunado tropiezo en el que cae al suelo. No entiendo esa escena, no es divertida. No es enriquecedora. Es más bien humillante para el personaje de Ana. Aunque pensándolo bien, quizá esa es la idea. Si yo fuera un hombre controlador (el amo), también me fijaría en una mujer que tiene escrito en la frente “vamos, préstame atención, ayúdame. Si lo haces, haré todo lo que esté en mi mano”. Y así fue.

Esta chica normaliza que, sin conocerla absolutamente de nada, Grey le ordene dejar de beber alcohol para protegerla. Normaliza que le quite la copa de la mano para protegerla. Que vaya a buscarla al bar en el que se encuentra con sus amigos para protegerla. Que empuje a un amigo con el que habla para protegerla. Que la interrogue continuamente para protegerla… ¿Así es como se muestra interés, no? NO, NO Y MIL VECES, NO.

La pobrecita Ana que, además resulta ser virgen y no tiene experiencia sexual alguna, se siente tan plena de atenciones que no cabe dentro de sí. Grey le regala un par de libros, un coche, un ordenador. Lo normal. Para más inri, el único momento en el que el impasible Grey expresa algo de emoción es cuando ella confiesa su virginidad. Jadea. Es un regalo, oh Dios. “¿Dónde te habías metido? pero si tienes que tener cientos de hombres haciéndo cola”. Ante este comentario sólo encuentro dos interpretaciones: “¿Cómo eres virgen siendo guapa? eso es sólo para las feas, ¿no?” o aún peor, “Has debido rechazar tantos hombres porque esperabas al ideal. Y ese, soy yo”. Si alguien tiene alguna visión alternativa, ruego que me ilustre.

A lo largo de la película se van alternando muestras  de control emborronadas por pequeñas recompensas que Grey da a Ana para “demostrarle” que no sólo quiere azotarla, sino que también la aprecia. A todas las mujeres nos gusta sentirnos únicas y especiales ¿no? pues aquí tienes a Grey dándote dos tazas. Nunca lo han visto en público con una mujer, pero con Ana posa para un periódico; nunca ha dormido con una mujer, pero con Ana lo hace por primera vez; han pasado 15 mujeres por su habitación “de juegos” pero Ana es especial. Controla absolutamente cualquier aspecto de su vida, pero a cambio él accede a tener una “cita normal” con Ana todas las semanas. ¿Es esto amor o manipulación? En el círculo de la violencia de género, tras el periodo de agresión el maltratador suele elogiar a la mujer con recompensas que le hacen pensar que la quiere… El tema es que Grey juega con ventaja cuando la pasea en helicóptero, vuelo sin motor o a todo velocidad en uno de sus enormes y potentes bólidos.

En esta historia, sin embargo, todavía quedan más tópicos para engatusar al público. Hablo, obviamente, del predecible pasado que justifica los gustos sadistas de Grey:  madre prostituta y drogadicta más maltrato infantil. Entonces, tenemos una figura masculina cuyas carencias afectivas se traducen en aportar dolor para obtener satisfacción, probablemente porque es el único tipo de relación afectiva que ha experimentado. Lo peor no es este argumento manido, sino el trasfondo que subyace: hay hombres turbulentos, pero todos esos hombres cambian ante la mujer que es capaz de aguantar y que consigue el amor de este desdichado ser. FALSO.  El amor no tiene por qué cambiar nada, la tenacidad de una mujer, tampoco. Estas personas necesitan un arduo trabajo profesional para lograr cambios. Que ninguna productora hollywoodiense te diga lo contrario.

A mi parecer, esta película trata de chica conoce a chico vacío y duro cuya fuerza del amor lo convierte en el chico que toda mujer desearía (ya he comentado lo que pienso al respecto). Aderezado con un poco de sexo “sado” para que concuerde con la personalidad de Grey (en mi opinión, la película tampoco representa con propiedad este tipo de prácticas).

En resumen, una historia de romance tóxico y dañino en nombre del “amor”, aderezada con un poco de sal y pimienta que sigue dejando tanto a la historia como a los personajes insípidos.

Si esto es un fenómeno de masas mundial no deberíamos extrañarnos de que nuestros adolescentes acepten comportamientos machistas como naturales en sus primeras relaciones y de cómo esto se puede perpetuar a lo largo del tiempo y las generaciones.

Desgraciadamente, detrás de las 50 sombras de Grey, todavía quedan unas cuantas. Como mínimo otras 50.  

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