A veces pasamos por épocas en las que nos cuesta sentir placer o alegría en situaciones que habitualmente hemos disfrutado.
Si esto te ocurre, sigue leyendo, no se trata de ningún trastorno mental.
Se trata de un fenómeno llamado disociación que es totalmente natural cuando hay alguna emoción negativa que, sin querer, estamos reprimiendo. Experimentar emociones negativas no es agradable. De hecho, las emociones negativas no lo son realmente. Se experimentan como negativas porque no son placenteras, pero su función es altamente positiva en nuestra vida, ya que tienen un objetivo protector. En un próximo post hablaremos de esto más detenidamente.
La represión emocional es una estrategia adaptativa que aplicamos en nuestra vida diaria de forma más o menos consciente.
Este fenómeno está tan arraigado en nuestro día a día que cuando alguien nos pregunta “¿cómo estás?” respondemos, “bien” de forma completamente automática aunque estemos pasando por un mal momento.
Esto tiene que ver con el propio miedo al rechazo y con el miedo de la persona que escucha a no saber manejar el malestar de su interlocutor. De forma que, casi sin darnos cuenta, puede que estemos reprimiendo el dolor de algo que nos preocupa.
Y, normalmente, reprimimos el malestar a través de la racionalización.
Nos contamos historias sobre por qué “no tiene sentido estar triste por algo”, sobre que “tenemos que ser fuertes” o que “no merece la pena sufrir por aquello que no tiene solución…” y, así, otros tantos razonamientos fabricados para intentar bloquear nuestro sufrimiento. Sin embargo, de esta forma sólo conseguimos deslegitimar lo que sentimos.
Y es ahí, en este esfuerzo por no sentir lo que no nos gusta, dónde aparece la disociación.
Índice de contenidos
Entonces, ¿Qué es la disociación?
La disociación es un mecanismo de defensa emocional que se percibe como un distanciamiento de la realidad. A nivel emocional se experimenta anhedonia, que es la sensación de no sentir nada. En momentos más agudos podemos llegar a pensar que ya no tenemos sentimientos y experimentar una gran sensación de vacío.
Habitualmente, la disociación se experimenta de una forma más ligera, simplemente vamos tratando de evitar las emociones desagradables. Y, un día, nos damos cuenta de que hemos perdido la capacidad de disfrute que sí teníamos antes. Ahí es cuando nos asustamos realmente porque perder las emociones desagradables no nos importa, pero perder la capacidad de sentir cosas agradables sí que nos asusta.
Quizás en este punto del texto, te preguntas:
¿Por qué perder el placer si no es la emoción que estoy intentando reprimir?
Pues bien, el sistema emocional no es selectivo. A largo plazo no es posible bloquear unas emociones sí y otras no. Nos acabamos distanciando de nuestra vivencia emocional al completo. Y si nos distanciamos de nuestra vivencia emocional, nos distanciamos también de la realidad, de nuestra realidad.
Es justo ahí donde nos perdemos a nosotros mismos.
¿Qué pasa cuando ya no sientes nada?
Si estas sensaciones se están manteniendo de forma estable en el tiempo, pueden ser un indicador de un episodio depresivo leve, moderado o grave. Es importante que te des la importancia que mereces y prestes atención a aquello que te está sucediendo.
Solicitar ayuda profesional puede ser beneficioso para detectar mejor dónde esta el problema y desarrollar herramientas para afrontarlo.
¿Cómo volver a sentir emociones?
Estas pequeñas pautas pueden ayudarte a facilitar tu vivencia emocional.
- Dedícate un rato al día para parar y notar tu cuerpo.
- No te juzgues, permite que todas las sensaciones tengan su lugar.
- Mira amorosamente aquellas partes de ti que no te gustan. Tienen derecho a existir.
- Obsérvate como un ser vivo en crecimiento, identifica qué nutrientes necesitas para crecer más fuerte.
Si crees que podemos ayudarte a conectar de nuevo con tus emociones, ¡ponte en contacto con nosotras! 🙂